Había surgido en él un fuerte deseo por conocer la apreciada madera de sándalo. Para satisfacer su propósito, decidió escribir a todos sus amigos y solicitarles un trozo de madera de esta clase. Pensó que alguno tendría la bondad de enviársela. Así, comenzó a escribir cartas y cartas, durante varios días, siempre con el mismo ruego: “Por favor, enviadme madera de sándalo”. Pero un día, de súbito, mientras estaba ante el papel, pensativo, mordisqueó el lápiz con el que tantas cartas escribiera, y de repente olió la madera del lápiz y descubrió que era de sándalo.

Sin Peso

Sin peso quiero ir.
Ya sé, estas yendo hacia algún lugar.
Ahí, al final nos vamos a encontrar.
Caminar a tu lado... libre queres estar!
Vamos a volar? a tu lado quiero estar!
Te siento, aunque aparentes escapar.

Ya sé, estas yendo hacia algún lugar...
Una noche más, un abrazo más.
Sumemos amor a la eternidad.
Qué más podemos dar?
Me cuesta explicar, me es difícil,
pero igual te quiero contar...

Sin peso quiero ir.
Tengo todo para dar.
Ya sé, estas yendo hacia algún lugar.
Y cuando me miras, una noche más,
sumemos amor a la eternidad.